Suena fuerte el Festival de la Montaña

El fin de semana del 28 al 30 de noviembre las montañas de Aibonito se vistieron de música y cultura. En días soleados con esa típica y particular brisa leve de esta época del año y en noches frescas, pero con el calor de la gente de ese pueblo del centro de la Isla, se llevó a cabo el 34 Festival de la Montaña el cual tuvo por tema “Un abrazo a América Latina”. Bajo esta temática, se pretendió traer grupos musicales que representaran la diversidad musical de nuestra América. Este festival se lleva a cabo bajo el esfuerzo de un grupo de aiboniteños y auspiciado por los comerciantes de dicho pueblo pretendiendo, como pocas veces pasa en este país, que sea un evento enteramente de la gente para la gente y así recibir con cariño a los visitantes con gastronomía artesanal y los tradicionales artesanos. Además, contó, para la alegría y disfrute de todos, del talento cirquero de las Ovejas Negras que pusieron a gozar a niños y adultos.

El viernes en la noche, bajo el clima frío, las estrellas y la Luna, se inauguró el Festival el cual fue dedicado al artesano aiboniteño Héctor Burgos. La noche abrió con el merengue de la agrupación local Zarpa Fuera que puso a bailar y calentar el espíritu de la gente en la Plaza Pública de la Ciudad de la Montaña. Paso seguido, y haciendo una pausa en la grabación de su segundo disco, se presentó la banda de reaggue La Muza. Con su particular sonido, la gran energía y las letras con sentidos, La Muza puso a bailar y a cantar al público que había llenado la Plaza. Este grupo que ha marcado la historia musical puertorriqueña con su primer disco, “Mil canciones”, entregó el alma en un despliegue de ritmos matizados por sus magistrales jóvenes músicos. Con esa energía en tarima, la noche cerró con la participación del grupo colombiano Los Caleños. Este grupo llenó de sabor la velada con sus ritmos autóctonos e historias sobre los diversos géneros de Colombia que interpretaron y de las canciones mismas.

El sábado en el día estuvo lleno de bailes por un grupo de capoeira seguido por la compañía y escuela de baile aiboniteña Bailaré quienes dieron una muestra de lo que ellos hacen en su estudio en los diferentes niveles. La velada musical de la noche abrió con la mágica interpretación de la cantautora Chabela Rodríguez quien hizo un viaje musical por el cono sur de nuestra América. Con su gran voz, la candidez de su persona y el acompañamiento de su grupo, la cantautora llevó al público a cantar y suspirar ganándose profundos aplausos de respeto y gratitud. Con la tarima llena de emociones, subió a la misma la orquesta de origen cubano, San Juan Habana. Con su energía de siempre y ese sabor tan cubano como nuestro en el son, este grupo interpretó algunas de sus canciones originales así como clásicos de la salsa que puso al público a bailar, llevar la clave con sus manos y aplaudir con gran entusiasmo. La noche culminó con la gran presentación de Los Pleneros de la 23 Abajo quienes llenaron con su particular estilo la plaza de esa esencia tan puertorriqueña. El público bailó, aplaudió, se llenó de ritmo. Así, bajo una brisa fría y en el calor de la gente llena de ritmos, culminó el segundo día de festival.

El domingo musical del Festival comenzó a las 3 PM con la ya tradicional participación del grupo Tepeu. En un viaje musical por América Latina y sus ritmos autóctonos, Tepeu hizo un despliegue de la esencia de nuestra cultura hispana y el público presente lo supo apreciar y recibir. Terminada su participación y luego de la premiación al Maratón del Pavo y homenaje al ex baloncerista panameño radicado en Aibonito, Rolando Frazier, se dio la participación la orquesta típica nacional Mapeyé. Este grupo típico tan arraigado en la cultura popular de nuestro pueblo, entregó su talento y su música. Con sus potentes músicos trovadores y la vibrante sonrisa que se hace coro con su cuatro de Tony Mapeyé, los corazones de los aiboniteños se hicieron instrumentos musicales que le dieron a la tarde/noche un toque muy especial y profundo. Luego de esta magistral presentación, el Festival cerró con fiesta con el grupo de bomba Ausubas. Al ritmo de los tambores y demás instrumentos, los bailes y al ritmo de las manos de los presentes, la esencia nuestra como pueblo vibró por toda la Plaza y se cerró un evento que quedará marcado para siempre en los corazones de todos los asistentes.

El Festival de la Montaña de Aibonito terminó bajo la misma Luna, fresco y calor de gente con el cual comenzó. Tres días llenos de texturas musicales distintas, le dio al público un espectro más completo de los que es nuestra América Latina y nos hizo recordar que pese a toda invasión política somos puertorriqueños y latinoamericano. Artesanos, cirqueros, comerciantes, organizadores, dieron lo mejor de sí para hacer de este evento lo exitoso que fue. Las caras de alegría, la variedad de cielos, las estrellas, la luna, los tonos del sol, fueron el escenario perfecto que dejaron marcada la historia de los allí presentes. El Festival terminó dejando una huella de una América Latina efervescente, viva, valorada por los puertorriqueños y que aún despierta pasiones y ganas de luchar.