Cada día, tarde o noche en nuestra Isla la magia de nuestra cultura se despliega en música, poesía, tinta, pintura y danza con esa esencia y pasión que nos caracteriza como pueblo. El gusto por hacer arte brota de cada rincón con una naturalidad espasmódica. En cada pueblo de Puerto Rico hay lugares en donde la gente se junta para celebrar, de modo explícito e implícito, el honor de ser puertorriqueño y honrar lo mejor de nuestra cultura. Esas expresiones se ven masivamente representada en la música y letra de nuestros cantautores. Hay momentos en que estos dejan a uno lado sus compromisos para ser solidarios con causas en las que creen. Cantautores como Tito Auger, Walter Morcoglio, Millo Torres, Cheryl Rivera, Rucco Gandía, Mikie Rivera, Nore Feliciano, Chavela Rodríguez, entre tantos otros, han dado cátedra de lo que es su calidad humana sabiendo el compromiso social con el cual se deben a su pueblo y han donado del mismo en diferentes eventos. Entre las montañas de Aibonito, Barranquitas, Naranjito, Comerío, Corozal, Morovis y Ciales, hay una cepa de nuevos cantautores que están dando mucho de qué hablar. El pasado martes, 3 de mayo, se juntó una muestra de lo mejor y más variado de esos cantautores por una causa social: Recaudar fondos para la madre de Omar Rodríguez, guitarrista de la banda Radio Maniaco, quien padece de cáncer.
Entre Naranjito, Barranquitas y Comerío se encuentra un local que se ha vuelto el templo de los cantautores en la montaña: El Embeleko Bar and Grill. Hace unos meses, a su dueño, Luis Sánchez, se le ocurrió la idea de hacer unos conciertos íntimos un martes al mes cada dos meses (aproximadamente) en un formato en el cual llevaría un cantautor, la gente pagaría la entrada, pero la barra estaría cerrada de modo tal que cada persona llevara su silla de playa para sentarse y lo que fuera a beber y a comer. El primero de estos conciertos fue con Tito Auger y el segundo con el dúo UNNA. Este tercero se llamó “D La Libreta” y el cual jugaba con la idea de que los cantautores cantaran sus canciones originales. Para este junte tan especial, variado, intenso y lleno de calidad musical y lírica por la causa ya mencionada, se juntaron: Wally Martínez, Melvin Padilla, Brocco, Andy Rivera y Radio Maniaco, todos con sus respectivas bandas.
La velada comenzó cayendo la tarde con una brisa colándose entre los tablones que sirven de ventanas. Con su voz y ritmo, la música se hizo con Wally Martínez. Con su energía, sus letras llenas de lirismo, el público tomó sus espacios y se abrió una noche que sería especial. Seguido, y aún con la adrenalina de su concierto “Oda al bar” realizado el pasado sábado, la potente voz y guitarra de Melvin Padilla se adueñó del espacio. En una viaje por las canciones que el público ha hecho suyas, éste junto a la gente cantaron y bailaron al son de son de sus letras. Al este terminar, la tarima se llenó de ritmo, energía y cadenciosay pegajosa música con Brocco y su banda. Con su estilo lleno de rock, funk y ska, la gente vibro desde la primera hasta la última canción. A continuación, subió Andy Rivera junto con su hermana que con sus dulces voces le dieron cierta dosis de belleza a la noche. Interpretando canciones conocidas del público y la gente unió voces a las de ellos y daba gusto ver los rostros gozosos de todos. Para cerrar la noche, una explosión de ritmos y texturas musicales capturó la tarima y la gente con Radio Maniaco. Con su estilo único que los ha consolidados como una de las mejores bandas de la región montañosa, pusieron a la gente de pie a bailar, cantar, abrazarse con su fusión de ritmos, instrumentos y calidad de letras.
Entre abrazos, solidaridad y con la misma calidad humana del principio, terminó la velada. Mientras corría la noche, un artista dibujó en grafito a Omar. Sus padres estuvieron allí sintiendo, viviendo y experimentando la música y el calor humano como la mejor sanación para cualquier mal de salud o emocional. El público abarrotó el lugar en un lleno total, pero no era solo la cantidad, sino la calidad de la gente que allí estaba. Por ejemplo, en dos ocasiones me tropecé con unas neveritas y las personas, sin conocerme en esos dos momentos, me dijeron lo mismo: “Disculpa y puedes coger lo quieras de la neverita”. Igual esa solidaridad de los músicos tanto de los que participaron como otros que fueron a apoyar, como Almas Band, quienes estuvieron todos desde el primer cantautor hasta el último, pero no solo de estar físicamente en las inmediaciones, sino de escucharse unos a otros de principio a fin; Cosa que en todos mis años asistiendo a eventos musicales, no había visto y que me conmovió profundamente.
Esa noche se vivió algo especial, único, emulable. En ese rincón de la isla sin libreto, en libertad, en amor, se ejemplificó lo mejor de lo que somos como puertorriqueños. Al final de la velada, quedaron nuevos amigos, inolvidables emociones, nuevas ganas de seguir reconstruyendo y luchando por este país, y el orgullo de lo que somos y podemos seguir siendo como nación más allá de los titulares periodísticos y los malos ejemplos de “líderes” del país. Sí, somos más.