“En Puerto Rico, ya sea por la situación económica o por la cargada agenda de cada músico luchando por sobrevivir, hacer este tipo de evento es casi imposible, pero hoy estamos aquí unidos y felices” fueron las palabras de Nore Feliciano a Lucio Mantel conversando a un lado de la tarima. Esas palabras de la cantautora recogen la energía de lo vivido en el Segundo Festival Internacional Todo Acústico de Puerto Rico 2016. Entre los árboles, la brisa urbana, el sol y la humedad tropical, entre el día y la noche en un rincón natural de la ciudad capital y entre el calor humano que nos caracteriza a los puertorriqueños, el pasado domingo 11 se septiembre de 2016 se llevó a cabo uno de los eventos musicales más importante de los últimos años y que reunió en tarima las representaciones musicales de cantautores de México, Argentina, República Dominicana y Puerto Rico.
Cerca de las 12:45 PM, el Parque Luis Muñoz Marín comenzó a vibrar en música. Con una banda compuesta por bajo, dos guitarras, percusión, tres coristas, con la exquisita y melodiosa timbre vocal de su cantante y compositora, y la ricura y frescura de sus letras, Amapola tomó la tarima, atrajo a la gente bajo el candente sol y marcó la intensidad que seguiría a lo largo de la velada. A plena intensidad y con un calor que trascendía el climático, la voz, carisma y estilo intenso, cadencioso y explosivo de Lizbeth Román puso al público a bailar y cantar con canciones suyas que la gente ha hecho de sus favoritas.
Con toda esa energía en la tarima, las melodías y las letras que llevan desde el bolero, a la bosa nova, a la nueva trova, acompañado por un bajo y un cajón musical, Fernando Madera paseó al público entre sensaciones. En una explosión de ritmo y energía, con la fuerza de su lírica, la ternura en su mirada, acompañada por un bajo, percusión y su hermano Cristian en el cuatro, Mónika Nieves dejó su energía cadenciosa mientras mucha de la gente presente se puso de pie para bailar. Con su dulzura, su susurrante voz y sus letras llenas de historias, acompañada por una percusión, una segunda guitarra y el maestro Rucco Gandía en el bajo, Nore Feliciano puso su toque único a la velada.
En esa fusión de la trova tradicional y la nueva trova, con su fusión única de instrumentos y sus jóvenes maestros intérpretes, la banda Así Somos dejó lo mejor de sí en tarima. Con su vibra, la letra de sus canciones llena de positivismo, lucha y resistencia, al ritmo del reggae, La Muza dio su toque mientras las nubes en el cielo iban recibiendo la tarde. Dándole otra textura, otro estilo y una intensidad muy de ellos, así como sus líricas en las que historias, momentos y la lucha por la patria floren, Más Que Dos hizo lo suyo.
Con su gran calidad de interpretación, la pasión en su voz, la chispa de la fusión de la guitarra, bajó y cajón, Moreira robó la mirada de la gente y que con su música se acercaron más a la tarima. Con su sencillez, sus constantes gestos y palabras de agradecimiento, su gran talento en la guitarra, su provocante voz y sus canciones llenas de ritmos y vida, el argentino Lucio Martel cautivó al público. Con su estilo que ha quedado marcado en la historia del rock puertorriqueño, pero en una versión acústica, la banda Sol D’Menta hizo un recorrido en unos arreglos únicos por esas canciones suyas que ya son clásicas. Cuando estos interpretaban su última canción, “Oubao Moin” de Juan Antonio Corretjer y musicalizado por Roy Brown, a mitad de la misma se fue la luz en la tarima; Aunque no se escuchaban muchos de los instrumentos, ellos siguieron contando y todos en el Parque se unieron en un gran coro cantando esa canción que celebra la esencia de lo que somos y la lucha de los puertorriqueños; Fue una de las canciones que más aplausos efusivos provocó e que se hizo vibrar en toda la velada.
Resuelto rápidamente el asunto del fallo de luz por el exquisito equipo de sonidistas, la explosión de ritmos, voces y letra con consciencia se adueñó de la joven noche y puso el público de pie a bailar al pegajoso ritmo de Misa ‘E Gallo. Ya con las luces de la noche y luego de ese derroche música, la vibrante guitarra en la voz plagada de nostalgia y letras llenas de pasión del mexicano David Aguilar sumergió al público en profundas emociones. Con un silencio en tarima luego de esa pasión en música, el ritmo caribeño con esa chispa cubana tan rica, con su vibra de esa picardía propia de su país, tomó la tarima en una celebración de lo que somos como antillanos conVanito Caballero Brown.
De pronto, la tarima se tornó de color azul, una pequeña figura caminó hacia el centro de la misma siendo recibida por un estruendoso aplauso; Ciertamente había llegado una de las más esperadas: La puertorriqueña Mima quien maquillada al estilo “burlesco” y con su estilo de fusión de ritmos, relectura de la música y literatura y su voz llena de textura y matices cautivó a un público que se quedó con ganas de más. Reconociendo lo difícil que era cantar después de ella, el dominicano Alex Ferreira puso al público a disfrutar con su potente voz, ritmos tan cercanos a nosotros, su pasión de lírica, sus historias y gusto por la música.
Para cerrar la noche y luego de comentarle a un grupo tras la tarima lo feliz y ansioso que estaba de sentir cómo el público recibía esta propuesta nueva para él de cantar acústico y no con su banda sus canciones, Millo Torres entró a escena. Acompañado por su bajista y percusionista, con esa sonrisa tan natural y de él y con su voz pausada y pensante, Millo llevó al público en un viaje por la trayectoria de esas canciones que ya son clásicas en el ideario musical puertorriqueño. Escuchar sus canciones en ese formato fue rico porque, aunque estaba su sonido de ska, su virtuosidad en la guitarra en un ritmo más pausado, sumergía a los presentes a un estado profundo de bohemia. Ciertamente, fue el cierre perfecto para un día lleno de magia y sensaciones.
Luego del éxito del Primer Festival Todo Acústico, ciertamente esta nueva edición despertaba y provocaba grandes retos que muy bien fueron traspasados con éxito superando en muchas cosas esa primera edición. El trabajo de manejo de tarima y de producción fue exquisito dentro de las complejidades técnicas y de montaje de cada presentación y a pesar de todo eso y el fallo de la luz, todo corrió con tan solo 15 minutos de retraso del programa que se había sido hecho público. La diversidad y calidad musical, la organización de las presentaciones, realmente fue magistral mostrando una muestra significativa en calidad música y de composición de lo mejor que está pasando en Puerto Rico y Latinoamérica.
Al final de la velada, bajo el cielo y la Luna urbana, un público feliz, lleno de comentarios de gozo y positivos se encaminó a tomar el transporte a sus vehículos. En aquel oasis de verdura y naturaleza en medio del urbanismo, había ocurrido gratuitamente una de las veladas musicales y de encuentro de gente, más importantes, de creatividad y de arte más importantes en mucho tiempo en Puerto Rico y que quedará para siempre en la memoria de todos los que allí estuvieron.
Fotos por Daniel Matos y Angel Matos