Mientras tiramos la basura, viajamos en un avión, cortamos la grama, miramos una película en Netflix, mientras lejos de aquí una estrella muere; otras vidas suceden lejos de nosotros. Más allá de lo que podemos percibir, le gente llora, nacen seres humanos, se renueva la esperanza, se cantan canciones y quizás una que otra noche sucede un concierto especial. Así me sentí al ser testigo de la presentación de Mijo de Palma, este pasado sábado 12 de abril en la finca Carta Buena en Rincón.
Desde hace varios años, este proyecto musical ha cosechado un proyecto titulado ‘Por la cordillera’, donde producen conciertos en lugares inusuales. Presentaciones lejos de las barras y los teatros. Canciones en la grama de una finca, en la arena cerca del mar o en la tierra de un patio desolado y silencioso, iluminados por velas esporádicas, la luz de la luna y las casas distantes que se observan desde al horizonte. Mijo de la Palma, es mucho más que un repertorio musical, es una experiencia artística, donde el espectador se conecta con un espacio minuciosamente escogido por la producción, que se casa con las canciones, los gestos, los poemas, el texto y los acordes de Mijo.
Llegar a Carta Buena en Rincón fue una misión sin complicaciones, la entrada bien rotulada, nos recibe con un food truck de comida vegana que traza el comienzo de la finca. Al bajar unas pequeñas escaleras de madera, se abre un espacio grande y hermoso lleno de grama, y al final un árbol de pana es el refugio para la tarima improvisada de la noche. Bajo las ramas, vemos un banco largo de madera, alfombras, velas y el equipo de sonido que completa el área de la tribuna artística. El público se sienta con mantas y sillas portátiles alrededor del árbol, y poco a poco va creciendo orgánicamente un anfiteatro hermoso, que visto desde la distancia parece una sala de conciertos al aire libre. El techo es la luna, las estrellas y cielo oscuro del oeste. La ventilación es el frío que proviene de la playa cercana. El público es el cómplice adecuado, que viaja de todas partes de la isla, para presenciar este formato único y tan necesario que funciona como alternativa de producción de espectáculos en la escena local.
Pasadas las nueve de la noche comienza el concierto de Mijo. Presentándose a guitarra y dos voces que es su formato más sencillo, el concierto además contó con la chelista Kutasha Silva de instrumentista invitada. Ya, con todos los elementos alineados se escuchó el acorde de ‘Bajando el río’, la primera canción del espectáculo. ‘Abandono’ y ‘Sin título’ continuaron el repertorio de la noche. El público, atento y silencioso, parecía hipnotizado por la guitarra de Mijo, la tranquilidad de su ejecución vocal, el jíbaro de campo adentro que aflora en sus canciones y la magia de las temas que nacen debajo del árbol de pana.
‘Madrecita’, una de la primeras temas coreados por el público, dio paso a ‘No me digas’, ‘Siempre’ y ‘Mientras vivo’ para terminar el primer acto de la noche. Luego de una breve pausa, y con la música de DJ FriPicu como invitado en el descanso y amenizando la noche, Mijo de la Palma retoma el escenario para completar la presentación con ‘Promesa’, ‘Ahí se va’, ‘Jugué’ y la favorita del público ‘Puerto Rico en cuatro velas’. Los poetas invitados para este concierto fueron René Pérez, Kidany Acevedo y experimentado Hermes Ayala.
Como bien se llama a sí mismo, Mijo es ‘un trotamundo de noche y de día’, uno de esos artistas que poco nacen en estos días. Comprometido no sólo con lo que comunica su música, si no también con el aire que identifican su presentaciones, la experiencia no es sólo degustarse sus excelentes canciones, es también gozarse cada uno de los detalles de producción que se aglomeran en un concierto del grupo. Si quieres vivir la música de otra manera, lejos de las luces de colores, los bailarines moviéndose a la par y las pantallas gigantes, debes anotar en tu calendario una visita a un concierto de Mijo de la Palma.
Con otra gran presentación para su cartera musical, Mijo regresa con su gira ‘Por la cordillera’ el próximo sábado 19 de abril en la Finca Flores en Ensenada.
Fotos por Orlando Ortega.
