El pasado sábado, en el concierto Betances Suena Así, contamos con la asistencia de nuestros colaboradores Vivian Méndez y Angel Matos. Los dejamos con las historias que cada uno redactaron de esa gran noche.
Desde el oído de Vivian Méndez
El pasado sábado quedó plasmado en nuestra memoria lo que fue un concierto histórico. En el Teatro de la Universidad de Puerto Rico se presentó la Banda Sonora del documental El Antillano en el concierto titulado Betances Suena Así.
Fue un deleite tanto en lo musical como en los mensajes revolucionarios dados a favor de varias luchas sociales en y fuera de la isla.
Aquí se presentaron varios artistas y grupos independientes que interpretaron canciones inspiradas en la vida y obra del fenecido prócer y luchador puertorriqueño, Ramón Emeterio Betances. La voz indiscutible y única de Lisbeth Román abrió el espectáculo con El Himno Revolucionario con un espectacular grupo de percusionistas que dejó a todos con mucha emoción. Hacía mucho tiempo no se escuchaba este himno en tan buena voz y en una versión distinta y amena.
El documental EL Antillano fue hecho y dirigido por el cineasta boricua Tito Román con la colaboración del historiador Félix Ojeda quien reiteró esa noche la importancia de unirnos como “antillanos.” Es por esto que esta banda sonora está compuesta por distintos géneros musicales como la bomba, el merengue, la salsa y el danzón cubano con artistas que se expresaron desde Santo Domingo y Haití.
Próximo en tarima lo fue Pirulo y la Tribu quien con su solo en el timbal puso a todos a levantarse de sus asientos y bailar en “Antillano Soy.” Subió al escenario Elma Beatriz en representación de la Fundación Filiberto Ojeda Ríos que hizo un llamado a los estudiantes a defender esta semana la universidad pública ante los nuevos recortes que la amenazan, posteriormente la estudiante María de los Milagros reiteró el mensaje en representación de los estudiantes.
Tito Auger interpretó el tema “Lares” y luego Tito Román le hizo entrega de una obra de arte hecha por Yadira Cintrón. Mijo de la Palma con una instrumentación interesante que incluía un cello, un cuatro y varios cantantes interpretó el tema “Paso a Paso” que trataba sobre el cruce de fronteras. El grupo Bataklán en “Del Libro de Pardos al Libro de Blancos” impresionó al traer una pareja vestida como si fueran a casarse quienes bailaron al son del coro.
Un cabezudo haciendo un discurso de Pedro Albizu Campos hizo una intervención antes de que subiera a tarima Mikie Rivera a cantar “1868 La Primavera de los Pueblos” que trataba sobre el cambio de visión de Betances mientras vivió en Paris. Wilito Otero y una orquesta completa de salsa pusieron a todos a bailar con “El Doctor de los Pobres” haciendo énfasis en la faceta de médico que tuvo Betances por mucho tiempo.
La plena puertorriqueña estuvo muy bien representada por los Pleneros de la Cresta que con su estilo rústico y sin mucho adorno cantaron “El Hijo de Borikén.” El compositor y cantante Juan José Hernández se unió con la potente voz del niño trovador, Sebastián Andrés en la canción “Yo Soy Libre.”
Aunque tuvo problemas con su micrófono, uno de los momentos más memorables de la noche lo fue la canción “Requiem para Lita” de Juan Pablo Díaz. Esta comenzó al ritmo de un danzón cubano para luego estallar en una guajira con instrumentos de cuerda y de viento madera haciendo unas hermosas líneas detrás de la voz del cantante. Benyo El Multi y Stanley Rosario hicieron muy buena representación de los géneros urbanos que también homenajearon al prócer puertorriqueño con las canciones “La Virgen de Borinquén” y “Resarcir.”
Un reggae tranquilo fue interpretado por Bebo Rodriguéz quien dejó a muchos atónitos al imitar el sonido de un disco rayado en la canción “Revolución de Amor.” Chabela Rodriguéz cantó una hermosa versión del poema “Plegaria al Sol” en merengue para abrir paso nuevamente al estilo único de la voz de Lisbeth Román en la canción “Ni la Palma en Washington, Ni el Manzano en La Habana.” El concierto culminó con Luis Díaz de Intifada que cantó “El Cielo por Asalto.”
Dicen que en la unión está la fuerza y eso fue lo que se vivió esa noche con un público que abarrotó el teatro y apoyó el esfuerzo de todos estos artistas que respondieron al llamado de Tito Román a homenajear a Ramón Emeterio Betances. Este fue solo el principio de probablemente muchos otros esfuerzos por la unión del caribe para juntos y como “antillanos” luchar por los problemas que compartimos.
Desde el oído de Angel Matos
Al caer la noche sobre la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras, el reloj de su torre se iba iluminando cuando los colores pasteles de la tarde van desapareciendo. La Plaza Antonia Lagares se iba llenando de público que hacía fila frente al centenario teatro. Adentro del mismo, sonidistas y producción daba los últimos toques para lo que sería una noche mágica, diversa y llena de retos. Esa noche, bajo la conspiración de Tito Román, cineasta creador del documental “El Antillano” y conceptualizador, y Tito Auger, Productor Musical, todo había quedado listo para que se hiciera una revolución desde la música y la poesía.
Al abrir las puertas, rápidamente se fueron llenando las butacas del teatro. Su gran telón rojo abajo daba un sentido inmensidad y solemnidad. Frente al mismo, tres tambores causaban cierta curiosidad. Al Anunciar la “Tercera llamada”, las luces del teatro se apagaron y una voz femenina y potente salió cantando por los altavoces el himno revolucionario. La gente se puso de pie para honrar al himno y de paso buscar el origen de esa voz hasta que por el pasillo central del teatro bajó, alumbrada por un perseguidor, la cantautora Lizbeth Román. A paso firme, ante puños izquierdo en alto de la gente, ante la sorpresa del público, Lizbeth se dirigió hacia la tarima en donde con profunda entrega terminó la interpretación del himno al ritmo de tambores con los cuales jameó con su voz dicha interpretación elevándola a niveles nunca antes escuchado y creando un sentido profundo de patriotismo y lucha. Así, entre un estruendo de aplausos premiando esta brillante interpretación, los espíritus de todos en Betances comenzaron latir profundamente porque, como dice el título de concierto, “Betances suena así”. Al ritmo transgresor, punzante, pensado, sentido y de combate de Hermes Ayala acompañado por los músicos de Bataklán comenzó la velada intensa. En una explosión de ritmo tropical como ese toque con el que ha marcado la salsa puertorriqueña, entró Pirulo y la Tribu interpretando “Antillano soy” (Composición de Marilyn Pupo en un nuevo arreglo y que popularizó Celia Cruz con la Sonora Ponceña). Le siguió Tito Auger con la canción “Lares” que con su particular ritmo de siempre y la profundidad combativa de su letra puso al teatro a vibrar y que a su vez estuvo acompañado en la guitarra y coro por Walter Morciglio, bajo Rucco Gandía, piano Tato Santiago, batería Eloy Cruz y percusión Javier Hernández.
Así le siguió con su fusión de música típica y trova, con poesía y el toque de chelo Mijo de la Palma con “Paso a paso”. Al ritmo de tambores de bomba y en una canción cuyos bailarines representaban una boda, Bataklán puso a la gente a bailar en sus sillas con “Del libro de pardos al libro de blancos”. Con su voz como signo de protesta y consciencia, Mikie Rivera subió a interpretar con un ritmo parisino en el cual también había un acordeón, la canción “1848 primavera de los pueblos” quien recibió un gran aplauso. Con su gran voz, con un gran acompañamiento musical, la música criolla se hizo presente en la voz de Wilito Otero y su canción “El doctor de los pobres”. De la casa, de la UPR de Río Piedras, y con el pegajoso sabor de plena, los Pleneros de la Cresta pusieron de nuevo al público a bailar en su silla con la canción “El hijo de Borikén”. En una fusión de son cubano con música autóctona puertorriqueña, se presentó a dúo el cantautor cubano Juan José Hernández y el joven trovador puertorriqueño Sebastián Andrés acompañado por la orquesta San Juan Habana y donde interpretaron “Yo soy libre”. En una fusión de danza culminando con una guajira, con un cadencioso ritmo y su potente voz, Juan Pablo Díaz cantó “Requiem para Lita”. Al son de regguetón con consciencia, Benyo El Multifacético interpretó “La virgen de Borinquen”. En su exquisita fusión de poesía y rap, de Santo Domingo, Stanley Rosario hizo sentir su pasión antillana y betanciana con “Resarcir”. En una junte de ritmos que iban desde la salsa, al reggue, al bolero, Bebo Rodríguez cantó “Revolución de amor”. Con su inigualable voz y pidiendo al público que se pusiera de pie, Chabela Rodríguez se hizo sentir con “Plegaria al sol”, poema del propio Betances, musicalizado al ritmo de merengue. Con su estilo, fusión de ritmos, cadenciosa e histriónica voz, reapareció Lizbeth Román para interpretar su canción “Ni la palma en Washington ni el manzano en La Habana”. Con el ritmo, la voz, la protesta, la versificación, el coraje de un pueblo en su voz, luego de una introducción poética de su compañero de palabras Hermes Ayala, Luis Díaz cerró la noche con fuerza con su rap “El cielo por asalto”.
El concierto “Betances suena así” no sólo fue una revolución de música, sino de mensajes antillanistas que se intercalaban en las transiciones entre las participaciones entre cantantes; Mensajes de: Prof. Félix Ojeda Reyes, Elma Beatriz Rosado (vda. de Filiberto Ojeda Ríos y a nombre de la fundación con el nombre de su esposo), estudiante María Milagros (representante de los estudiantes de la UPR de Río Piedras), Hilda Guerrero (a nombre del pueblo de Haití), Tito Román Rivera, Esteban Reyes (comunidad dominicana), en un video el poeta Jean Jean de Haití, y la Dra. Liliana Cotto Morales (Ruta Betances). Además, el público pudo tener una idea de la parte creativa y disfrute de la grabación del CD de la Banda Sonora El Antillano porque también, entre alguna transición entre músicos, se pasó imágenes que se grabaron desde el estudio y que mostraron el lado más humano de ese proyecto. Hubo un reconocimiento a Tito Auger por sus años de lucha, por ser el representante más notable de esta nueva generación de cantautores comprometidos con las causas patrióticas a nivel político y también a nivel cultural. La noche cerró con todos los artistas que aún estaban yendo a tarima con banderas de los diferentes países de las Antillas fundiéndose entre abrazos.
La noche culminó entre abrazos y sonrisas de satisfacción. La magia que se auguraba en un principio, se multiplicó. La producción hizo un trabajo impecable en tiempos mínimos. Mientras se iba vaciando la tarima de cables e instrumentos, el teatro se quedaba en silencio. Afuera un Río Piedras fresco y el sonido de una brisa tal vez de un Betances silbante que se quedó con ganas de más.
Foto por Angel Matos.