En nuestro paso por la vida, hay momentos, lugares, lecturas, canciones, pinturas, gente que nos marcan de tal modo que ya no volvemos a ser los mismos. Aprendemos que la identidad de lo que somos y de dónde pertenecemos no es algo que se limita a nuestro lugar de nacimiento, sino a un encuentro que uno logra en algún momento de la vida con uno mismo y con su entorno. En esa búsqueda necesaria, el artista en su sensibilidad y constantes introspección, va encontrando esos fragmentos entre las cosas y termina, con su arte, dando imagen, voz, sonido, movimiento, a ese encuentro de uno con uno mismo y con su realidad colectiva social. Uno de esos seres que como de Campeche a Martorell en la pintura, de Corretjer a Julia en la poesía, Hostos en la filosofía y educación, Betances a Albizu en el pensamiento político y de libertad, Antonio Paoli a El Topo en la música, Juliá en el cine, entre otros, nos ha mostrado el camino hacia la esencia de nuestra puertorriqueñidad y grandeza universal, lo fue y ha sido el intaliano/argentino, pero puertorriqueño por elección propia: Tony Croatto. El pasado 16 de octubre, en el histórico Teatro Tapia, se reescribió una pieza fundamental de la historia musical y de afirmación nacional y humana en el concierto de los 75 Años de Tony Croatto.
Al llegar al Viejo San Juan, una brisa marina, cierto silencio, cierta intimidad se sentía en el ambiente. Al estacionarse y caminar por las aceras, aún los pasos se sentían convirtiéndose en música. En la Plaza Colón, frente a Teatro, en las noches musicales de esa ciudad, el ritmo de la bomba llenaba los rincones mientras una franja de Luna lucía como una sonrisa que parecía recordarnos esa de Tony que ha quedado grabada en el alma e imaginario puertorriqueño. En la fila de entrada, todo era sonrisas, conversaciones, expectativa. Adentro del teatro, un equipo de producción con un sentido de familiaridad ultimaba –con gran cariño entre ellos y con la gente- los últimos detalles del concierto. Con una velocidad que nunca había visto, se llenó el teatro de gente que se reconocía y se saludaba no solo entre ellos, sino también con quienes no conocían. Había un ambiente de familiaridad que daba gusto y nostalgia sentir.
Cerca de las 9:10 PM, se apagaron las luces dejando solo alumbrado el área de un mueble con una mesa con lámpara en el lado derecho de la tarima. Caminando por el centro de la tarima, llegó hasta un micrófono Mara Croatto quién invitó a tarima a su esposo y actor mexicano José Ángel Llamas. Juntos dieron la bienvenida al concierto seguido de un mensaje de la Alcaldesa de San Juan Carmen Julín Cruz. Luego, invitaron al señor Bernardo Marques de Supermercados Selectos, principal auspiciador del concierto, quien no solo habló de la importancia de promover y auspiciar gestas como el concierto y documental sobre la vida de Tony, sino que reconoció el valor y la importancia tanto en la cultura como en la amistad de Silverio Pérez.
Al terminar esta introducción, las luces de Teatro se apagaron y en la tarima, tras una cortina trasparente, un luego de luces fue dibujando la silueta de los músicos mientras, en el centro de todo, una figura esbelta con micrófono en mano, comenzó a derramar como bálsamo su potente voz en las letras y melodías de la canción “Si se calla el cantor” del cantautor argentino Horacio Guaraní; Era Hermes Croatto y quién hizo con esa interpretación erizar los vellos de todos los presentes. Al terminar esta canción, se le unió en tarima su hermano Alejandro y juntos interpretaron “Jíbaro”. Para la próxima canción entró Silverio que junto con Alejandro cantaron “Arrímese mi compay”.
El concierto estuvo organizado temática y cronológicamente por los diferentes momentos de la vida y carrera de Tony Croatto. Antes de cada etapa, entraba Silverio Pérez, tomaba asiento en el mueble al lado derecho de la tarima y contaba anécdotas sobre la vida y época sobre la cual cantarían a continuación. Igual, a parte de la música de la época, los cantantes se vestían de acuerdo al momento histórico del cual interpretarían las canciones.
Luego de esa última canción, el concierto prosiguió con las canciones: “Vamos a América”, “De octubre”, “El Eco y el carretero” y “Canción de la serranía”; Canciones que era interpretadas por Ale, Alejandro y Hermes o algunas de ellas por tan solo uno de ellos. Para recrear la época de Nelly y Tony, trajeron desde España a la cantante Mayca Teba con la cual cantaron “Hola San Juan”. Luego de esta interpretación que puso a muchos a bailar en sus asientos, Hermes, Ale y Alejandro interpretaron “Agüeybaná” la cual puso a todos en el Teatro a cantar junto con ellos. Recreando la época del trío TNT, regresó a tarima Mayca junto con Hermes y Ale para hacer un medley de los éxitos de esa época de música de los 60’s. Seguido los hermanos Croatto y Ale, junto con su hermana Mara y nietos y biznietos en tarima, cantaron la canción “Árboles fuertes” la cual terminaron todos fundidos al unísono en un profundo abrazo seguidos de besos entre ellos; Algo que fue muy emotivo. Con esas emociones a flor de piel, subió a tarima de invitado el trovador Luis Daniel Colón quién junto con su pequeña niña interpretaron unas décimas que éste le escribiera a Tony como del alumno hablando con el maestro y fue una de los momentos más emocionales de la noche que robó muchas lágrimas.
Luego de estas emociones, el concierto volvió a tener un sentido movido con un medley de las canciones del periodo de Nelly y Tony. Continuó con sendos medleys de las canciones navideñas y de Haciendo Punto en la cuales participo con su potente y melodiosa voz la cantautora Katira María quién también cantó “Verde luz”. Seguido, Silverio habló de cuando Tony le dijo en el hospital de su diagnóstico de cáncer diciéndole: “Flaco, creo que me iré más pronto de lo que pensaba al encuentro con nuestros antepasados taínos”. Además, contó del momento en que Tony le pidió a Josy Latorre que tomara nota de una carta que le quería dar al pueblo de Puerto Rico sobre su estado salud. Silverio leyó parte de esa carta la cual tiene un sentido de experiencia mística y espiritual tal vez como pocos conocían de Tony y que hizo pausar, llorar y quebrantar la voz al mismo amigo y lector de la misma. En ese momento, el concierto tomó un tono espiritual. Luego de esa emotiva intervención de Silverio, tras una cortina, las voces angelicales de la coral Coralia de la UPR de Río Piedras cantó “Mismo” la cual volvió a provocar lágrimas en el público ante tan profunda interpretación. Al terminar, entraron a tarima Hermes, Ale y Alejandro quienes interpretaron: “Bendición”, “Creo en Dios” y “Dios a todos hizo libres”. En ese sentido de solemnidad, regresó a tarima Luis Daniel, Mayca y toda la familia Croatto para, luego de agradecer a la gente y los auspiciadores, cerrar el concierto con un ambiente de celebración de la vida a lo puertorriqueño con la canción “Yo habito una tierra luz” en la cual, en la parte poética hablada, se proyectó un vídeo del propio Tony declamándola. Así, al final, un público de pie despidió entre aplausos y vítores a la familia Croatto y músicos.
El teatro se fue vaciando, pero se sentía tan diferente a otros tiempos. Atrás de la tarima, amigos, músicos, familia, se saludaban, se abrazaban aún con el brillo de lágrimas en sus ojos. Alegres, espirituales, hermanados, era un ambiente que tocaba profundamente los sentidos el que allí se vivía. Afuera, el Viejo San Juan vibraba en su vida nocturna, pero se experimentaba un nuevo espíritu, sensación, algo casi inexplicable con palabras. Esa noche, el espíritu de Tony se había apoderado del Teatro Tapia, nos hermanó como pueblo como siempre lo hizo en vida y nos devolvió nuestra esencia de puertorriqueños la cual es más fuerte que cualquier crisis económica. Al final, solo quedó sentarse en el carro, en silencio, y suspirar, sonreír y dar gracias a la vida.