En una noche tranquila, fresca y navideña en Santurce, las luces del Centro de Bellas Artes de Puerto Rico decoran y dan un sentido de belleza a ese rincón de la ciudad y de esa hermosa estructura aquitectónica. La recepción del lugar se va llenando de gente que acude con hambre de vivir, de sentir, de ser. A las 8:00 PM se abrieron las puertas que daban acceso a la Sala Experimental René Marqués de dicho centro de bellas artes en donde se llevaría a cabo el concierto del cantautor puertorriqueño Glen Monroig Jonás como aclamada secuela a petición popular de las dos funciones previamente realizadas hace varios meses.
Un público de variada demografía, fue teniendo acceso a dicha sala. El paso por el túnel negro hasta llegar dicho espacio, el cual era amplio, pero a la misma vez acogedor, daba una sensación de que cruzabas cierto pasadizo o umbral a otro mundo en donde algo intenso ocurriría. Una sala sin escenografía más allá de una pequeña tarima con un piano, una guitarra, varios micrófonos, dos cajones instrumentales y varias botellas de agua serían solo lo necesario para una noche mágica. A las 8:45 PM, de una puerta localizada entre las gradas y la tarima, salió sin ser casi notado y vistiendo una t-shirt, un mahón azul cotidiano con un roto en una de las rodillas y en chancleta de cuero, Glen Monroig Jonás. Caminó, miró al público, subió a la tarima, tomó su guitarra y etonó la canción “No es fácil verme así”, cosa que sorprendió al público ya que el concierto estaba pautado para comenzar a las 9:00 PM. Terminada esta canción, saludó al público el cual lo recibió con un cálido aplauso y vítores.
Con su particular uso del lenguaje de modo muy coloquial e íntimo, esa Sala Experimental de pronto dio la sensación de ser la sala de la casa de cualquiera de nosotros. Así de íntimo, la voz, los detalles, y el carisma de Glen nos sumergió a todos los allí presentes. Invitando a su viejo amigo y pianista, Frank Suárez, interpretó a modo de bienvenida oficial su canción “Hola” en la cual invitó a público a hacer coro con él. Terminada esa canción, entre historias y filosofías de vida, como marcó Glen cada transición entre canciones, invitó a subir a tarima al dúo de UNNA, esas “chamaquitas que a mí me encantan” como él mismo las llamó con una gran sonrisa. Acompañado por los sonoros, rítmicos y sincronizados cajones musicales sonados con pasión que han hecho famosos a UNNA, Glen interpretó “Cuando la lluvia queme”. Con un gran aplauso, UNNA y el cantante se fundieron en un gran abrazo. Seguido, se quedó en tarima Brigitte Dávila, de dúo, y con su cajón y su melodiosa voz interpretó junto con Glen la canción “Vete ya”. Esta interpretación causó gran gusto entre el público premiándolos al final de la misma con un efusivo aplauso.
Luego de contar algunas historias, Glen presentó con mucho entusiasmo y amor al cantautor puertorriqueño Ignacio Peña. Al subir a tarima, ambos cantautores se fundieron en un profundo abrazo y Glen le cedió la misma. Aún algo pasmado por el recibimiento en escena, con su natural sencillez humana y su gran talento en la voz, guitarra y composición musical, Ignacio interpretó su canción “Sigo sin vencer”. Habiendo terminado y siendo aplaudido efusivamente, Glen regresó a tarima para interpretar junto con Ignacio la canción “Mírame a los ojos” la cual puso al borde de la silla y a suspirar al público. Al final de la misma y luego de un gran abrazo, Glen invitó a subir al guitarrista de la banda Viva Nativa, Nabeel, para que se le uniera junto con Ignacio y juntos interpretaron una de las canciones más emotivas de la noche la cual robó lágrimas: “Papá se va a quitar”. Despidiendo a Ignacio, Glen invitó al guitarrista y cantante de Viva Nativa, Javier, a que lo acompañara con la armónica junto con Nabeel en la profunda y sentida canción “A papi”, la cual hizo aflorar profundas emociones entre la gente que aún sentía a flor de piel la canción anterior. Como la vida es un ir y venir entre alegrías y tristeza que hay que vivir con igual pasión y necesidad como bien Glen sugirió a lo largo del concierto, Viva Nativa cerró su participación interpretando la canción alegre y pegajosa canción de estos “El gallo” acompañados por el propio Glen en un arreglo que hizo aplaudir y bailar en sus asientos a todos los allí presentes incluyendo ujieres.
Con toda esa energía en aquel espacio, Glen subió a escena a la cantautora Cheryl Rivera. A dúo y en una compenetración de voces – la dulce y vibrante de Cheryl y la profunda y gruesa de Glen- y miradas con la intensa letra de la canción interpretada con pasión y concubinato, y el piano del maestro Franki, cantaron “Ya sé que volverás” con la cual volvieron a florecer las profundas emociones en mucha gente. Retomada esa intimidad y luego del abrazo con Cheryl, Glen presentó con gran entusiasmo y admiración a Fofé. Con la pasión y el estilo de ambos fundidos, con la habitual entrega y potencia de voces de ambos, interpretaron la canción “Me dijeron” la cual rinde homenaje a la igualdad de géneros y el valor humano de cada ser humano más allá de cómo se ve o su preferencia sexual.
Terminada esta canción y Glen siendo muy Glen y queriendo enfatizar el tema principal de la canción, le dio un beso a Fofé el cual sonrió y jugaron la idea de aquel famoso beso de Madonna y Brittney Spears lo cual el público recibió con gran agrado. Con gran emoción en su voz, Glen invitó a subir a tarima a una invitada muy especial: La cantautora cubana Gema Corredera. Luego de ésta contar cómo conoció de la música y posteriormente la persona de Glen, pasó a interpretar con su son y sabor muy cubano acompañada de Franki en el piana, su canción “Chévere” con la cual invitó a público a hacer coros. En contraste de tema y ritmo y con su gran voz, seguido interpretó “Un bolero de”. Terminado con su cara de honra por el cálido aplauso del público, subió Glen a escena para interpretar junto con ella los temas “Ni tú ni yo” y “Longina”. Con un cálido abrazo y aplauso, Gema abandonó la tarima profundamente agradecida.
Luego de culminar con la participación de sus invitados, entre historias y vivencias, entre filosofías de vida y cosas del día a día, Glen le regaló al público un manjar de su canciones: “Donde quiera que estés”, “El vicio”, “Son cosas”, “Nuestra mesa en el café”, “Una vez más”, “El punto”, “No me hables de ese hombre”, “Qué pasó con ese amor”, “Vivir para ti”, “Sin tu cariño”, “Causa perdida” y cerrando con “Solo”. Estas canciones supieron llevar al público entre emociones, sensaciones y recuerdos. Aplausos y el sonido de sollozos, fueron los reflejos sonoros de lo que la gente fue experimentando. Luego de despedirse, se pidió el acostumbrado “otra” y Glen los complacido cantando “Por siempre” el cual puso al público de pie y a cantar al unísono lo cual hizo al cantautor, aún luego de tres horas ininterrumpidas de música, entregar el alma lo cual fue premiado con un profundo, sonoro y cálido aplauso y vítores de agradecimiento. Complacido, como si el tiempo no hubiera pasado, la gente fue abandonando la Sala Experimental René Marqués de Centro de Bellas Artes de Puerto Rico.
En intimidad, complicidad, entrega y desde la historia matizada de recuerdos de los seres amados, las vidas de los allí asistentes quedó marcada para siempre. En los camerinos, un Glen Monroig aún efervescente de energía y vibra abrazaba a su hermosa pequeña hija quién lo miraba con una chispeante sonrisa llena de inocencia. Gema Corredera con su gran sonrisa, humanismo y calor caribeño celebraba una gran noche y recibía los respetos, admiración y cariño de todo aquel que se le acercaba y que ella retribuía con su gran humildad. Entre abrazos y sonrisas, Glen agradeció a todos los allí presentes el haber sido parte de la historia, pero más que nada, de su vida. Así, cerró una noche que seguirá sonando por siempre en todos los que fueron testigos íntimos de uno de los conciertos más completos, emotivos y profundos que cualquiera pueda vivir en su vida. Al final quedó la sensación de que somos la canción de nuestra propia vida.