¿La tierra de Borinquen? o ¿Despierta Borinqueño?

Un día como hoy le hubiese dicho a mis profesores de Universidad: “no puedo ir a clase, tengo un deber patriótico, iré a Lares.” Algunos entenderían, otros intentarían convencerme de que eso no valía la pena. Igual me montaba temprano en el carro y desde Río Grande viajaba hasta la Plaza de la Revolución en Lares.

Recuerdo que fue allí donde por primera vez vi a una multitud cantando lo que llamamos el “Himno Revolucionario”, y yo me preguntaba: “¿y esta letra? De igual manera comprendía que era la misma melodía musical de aquella con la que me crié reconociendo como himno oficial.

Pensé, como todo en la vida, hay una historia detrás. Como suele ocurrir en Puerto Rico, existe muy poca documentación sobre el asunto. Sólo encontré el ensayo El Himno de Puerto Rico: Estudio Crítico de La Borinqueña por Monserrate Deliz, publicado en el 1989. Aquí les va el cuento.

Ubiquémonos en el siglo XIX, allá donde todavía se vivía bajo el régimen español. Época de fiesta, “glamour” y romanticismo, para la aristocracia. En el área oeste de la isla fue donde ocurrieron los hechos que nos llevan al comienzo de esta historia. Resulta que la música o la melodía de nuestro himno fue lo primero en aparecer, pero con otra letra. En aquel entonces el tenor y catalán Felix Astol armonizó, arregló y transformó en una canción una música que llamaban “La Almojábana” que su amigo Francisco “Paco” Ramírez había escrito para su amada. Astol le escribió a la canción los siguientes versos: Bellísima trigueña, imagen del candor… y la llamó “La Borinqueña”. Al parecer refiriéndose a la mujer boricua. Esta rápido comenzó a ser un “hit” que se tocaba en fiestas, clubes y casinos como una trulla o serenata.

Por otro lado y ubicándonos en tiempo y espacio, en este momento histórico Ramón Emeterio Betances luchaba por la independencia de Cuba y Puerto Rico. Este envió el siguiente mensaje a sus compatriotas: “Mándeme pues un himno que haga salir fusiles, fusiles nada más (no pido hombres) de la tierra, que arrastre las piedras y sople fuego sobre los déspotas”.

Los patriotas se reunían constantemente para discutir lo que estaba pasando y para hacer y coordinar trabajo político. En una de muchas reuniones que realizaban los patriotas en la casa de Lola Rodríguez de Tió, llegó como quien no quiere la cosa Antonio Ruiz a querer cantar el nuevo “hit” de “La Borinqueña”. Lola encontró la letra “sosa” para ser llamada “La Borinqueña” (que conste así mismo está documentado). Al parecer eso de Bellísima trigueña… no le pareció acertado. Comenzó entonces a entonar Despierta Borinqueño que han dado la señal… que todos corearon con entusiasmo esa noche junto a ella. Entonces: ¡Boom! Entre patriotas nació el verdadero himno de esta patria.

Pero, ¿qué ocurrió después? ¿porqué ya no se entona este himno como el oficial? La cantautora Lizbeth Román llama en una de sus canciones a este momento histórico “el mareíto del 98”. Según la cantautora, fue cuando llegaron a “salvarnos” los yanquis en el año 1898. En el sentido cultural se formó el “sal pa’ fuera” y de momento había que enseñarle a nuestros niños y demostrarles a los recién llegados nuestra bandera y nuestro himno. En este caso, resulta evidente que no iban a enseñar el “Himno de la Revolución” que había fracasado algunos años antes, donde los patriotas acababan de ser perseguidos, exiliados del país y algunos hasta asesinados. No, ese no era y tampoco Bellísima trigueña.. era adecuada. Ante esta necesidad, la Casa Giusti crea una nueva edición de “La Borinqueña”. Braulio Dueño hizo el nuevo arreglo musical transformando la música en danza puertorriqueña, Manuel Fernández Juncos escribió la letra que hoy cantamos, La tierra de borinquen… Es más, hasta fue traducida al inglés por Francisco Amy para ser enseñada a los niños en ambos idiomas.

Así han pasado los años y es el himno de Fernández Juncos que se sigue enseñando y perpetuando en nuestra conciencia social. Entonces bajo la Ley número 2, aprobada por la legislatura el 2 de julio de 1952, “La Borinqueña” quedó declarada oficialmente como el Himno del Estado Libre Asociado. Ahí lo tienen, nada más con el testigo. Es el himno de la colonia, aquel que nos presenta al mundo como un país sumiso, sin cultura revolucionaria, quizás para así perpetuar nuestra historia colonial.

¿Porqué seguía llegando hasta Lares los 23 de septiembre? Es el día que se respira un aire de revolución, ese aire que nos queda en el alma, desde esa cima donde sucedió el intento por independizar esta isla en el Grito de Lares. Es donde único, con el puño arriba, se canta nuestro verdadero himno vilmente echado a un lado y lo peor… lo permitimos. En este momento, hoy, 23 de septiembre del 2015, solo nos queda recordarlo y revivirlo para que nunca, nunca muera.

¿Cómo recordarlo? Si te lo sabes, cántalo, donde estés. Ya sea desde la cima en Lares, la escuela, tu universidad o tu trabajo. Recordemos y rindamos tributo a los que estuvieron ese día allí. ¿No lo conoces? Gracias al increíble trabajo de Tito Román Rivera con “El Antillano”, documental sobre la vida y obra de Ramón Emeterio Betances, la talentosa cantautora Lizbeth Román la grabó en #bandasonoraelantillano. Cantemos y revivamos porque “aún nos espera ansiosa, ansiosa la libertad.”