¿Cuántos no hemos estado algún día en algún bar escuchando a un cantautor? ¿Cuántos no hemos observado la dinámica particular que se da en ese tipo de lugar? Pero de un bar a un centro de bellas artes: ¿Cómo se convierte ese espacio en el otro? Este pasado sábado 30 de abril, el cantautor puertorriqueño Melvin Padilla, bajo la producción Luis Sánchez y LG Events, lo hicieron posible en el Centro de Bellas Artes de Naranjito.

En una noche en la cual la lluvia hizo una pausa, el área circundante a la plaza pública de Naranjito se fue llenando de carros y gente que se dirigía al hermoso Centro de Bellas Artes de ese municipio. Para crear el ambiente propicio y el compartir, en la terraza del tercer piso de dicho Centro, se ubicó una barra en la cual la gente llegaba, muchos saludándose recordando el haber compartido en algún evento en algún bar de esa parte de la región montañosa de la Isla. La paz y la buena vibra que se sentía allí era algo que realmente conmovía matizado por un rico fresco en la brisa.

Cerca de las 8 PM, el público comenzó a dirigirse hacia el área de los elevadores y las escaleras para llegar al segundo piso en donde se encontraba la entrada a la sala principal del Centro de Bellas Artes. Un espacio amplio, pero acogedor, con una sensación a ser nuevo, una tarima con dos guitarras y música de boleros del “ayer” con ese sonido particular de los discos de pasta en veloneras; servían de escenario y preparaban el ambiente preciso para lo que sería una noche mágica.

Poco después las 8:30 PM y con luces tenues en la sala, apareció de entre las cortinas el cantautor Iván Rivera. Éste interpretó varias de sus canciones originales y constantemente agradeció el apoyo del público a la canción de cantautor y a Melvin. Para sus últimas dos canciones, invitó a unírsele al cantautor Ángel Espada con el cual hizo un gran dueto con la suma de los grandes talentos de ambos.

Al terminar la participación de ambos, desaparecieron tras la cortina. Luego de un breve intermedio de música con vellonera de fondo, se abrieron las cortinas dejando al público encantado con la escenografía: Habían recreado un chinchorro típico de cualquier lugar de la montaña con su barra, techo de cinc, una bandera de Puerto Rico, una vellonera en la entrada, un baño y personas pasando el rato en la misma y conversando entre ellos. Entre aplausos y vítores, se hizo la música de forma instrumental en la cual cada músico dio una muestra del sonido de sus instrumentos. La banda estuvo compuesta por: Omar Rodríguez (Guitarra y cuatro), Gabriel Narváez (Teclados y coro), Javy Berrios (Bajo y coro), Pedro Crespo (Percusión) y Alan Padilla (Percusión menor). A ellos se les unió en la introducción de la noche, el poeta David Díaz quién declamó un poema suyo que rinde honor al bar y su dinámica. De pronto y desde la barra improvisada en la tarima, entró Melvin Padilla con su cara llena de emoción, de felicidad y con la pasión en la mirada que lo caracteriza.

El concierto comenzó con un set de sus canciones originales: “Lo que no fue (Cantinero)”, “La Vida” y “Canción de todos”, temas llenos de ritmo y picardía que insertó al público al tema y el ambiente del bar. Seguido, y reconociendo la importancia de sus maestros en la música y composición, interpretó la canción “Sal a caminar” de Roy Brown y “Quien fuera” de Silvio Rodríguez. Luego, retomó sus temas originales con “Te propongo”, “Esta locura” y “Mujer de 4 horas”. Como el ambiente era de un bar, en especial en la tarima, varias veces Melvin ofreció brindis, pero luego se disculpaba porque la gente en la sala no podía consumir bebidas. Sin embargo, la administración de Naranjito permitió que se consumiera bebidas en la sala, Melvin lo anunció y mucha gente subió al tercer piso a buscar su trago favorito cambiando la dinámica de la noche sintiéndose en un verdadero bar.

Sin pausar en lo que la gente buscaba su trago o cerveza, el concierto continuó con las canciones “Verde Luz” de El Topo y un medley de “De que callada manera” de Pablo Milanés y “Amanecer Borincano” de Alberto Carrión. Seguido, cantó una composición muy emotiva suya titulada “NO” que robó suspiros y lágrimas en el público y que lleva por temática a los niños con autismo.

Luego de esa intensa canción, se retomó el ambiente del bar con las canciones: “19 días y 500 noches” de Joaquín Sabina, “Cantares” de Joan Manuel Serrat y “Boricua en la Luna” de Juan Antonio Corretjer en arreglo musical de Roy Bown y en la cual Melvin estuvo acompañado en la flauta y la voz por la cantautora Nicole Ortiz y en la poesía por David Díaz.

Con esa efervescencia de energías, el concierto cerró con la canción que dio título al mismo, “Oda al Bar”, en la cual el público cantó al unísono y se puso de pie para bailar con su cadencioso ritmo. Al despedirse y con un público de pie que pedía otra, Melvin y la banda reaparecieron en tarima, agradeciendo a la gente y auspiciadores. Invitó a tarima al cantautor Ángel Espada y juntos interpretaron “Oubao Moin” de Juan Antonio Corretjer en arreglo musical de Roy Bown.

Al salir de concierto, la mayoría de la gente, sonriente, llena de felicidad y gozo, se dirigió al tercer piso de Centro, en donde estaba ubicada la barra, para celebrar lo que fue una noche mágica, llena de energías honrando el talento de uno de los cantautores más humildes, comprometido y talentoso de nuestra Isla. Allí llegaron los músicos que se fueron fundiendo en abrazos y fotos con la gente. Al irme, me encontré en el primer piso, entre silencios, a un Melvin Padilla feliz, complacido y abrazando a su esposa embarazada y sabiendo que en su voz, en su letra y en la barriga de ella se cocina el futuro de esta patria.


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